Ocultando la desdicha

jueves, 2 de julio de 2009



El poema trata de la huida y del amor de un contrabandista quien es perseguido por la guardia civil, y busca refugio en la casa de una gitana (su amada) a quien la encuentra ahogada en un aljibe.

En el poema, el verde tan esperanzador y tan primaveral termina con todo. Este verde trágico es el color de agua estancada, agua del aljibe en la cual murió la gitana y es mediante el cual el autor intenta "encubrir" este hecho. En la foto, el color rojo irrumpe en el color verde, al igual que en la poesía, la tragedia.






Romance sonámbulo:

Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas.


El barco sobre la mar


y el caballo en la montaña.


Con la sombra en la cintura


ella sueña en su baranda


verde carne, pelo verde,


con ojos de fría plata.


Verde que te quiero verde.


Bajo la luna gitana,


las cosas la están mirando


y ella no puede mirarlas.





Verde que te quiero verde.


Grandes estrellas de escarcha,


vienen con el pez de sombra


que abre el camino del alba.


La higuera frota su viento


con la lija de sus ramas,


y el monte, gato garduño,


eriza sus pitas agrias.


¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...?


Ella sigue en su baranda,


verde carne, pelo verde,


soñando en la mar amarga.





Compadre, quiero cambiar


mi caballo por su casa,


mi montura por su espejo,


mi cuchillo por su manta.


Compadre, vengo sangrando


desde los puertos de Cabra.





Si yo pudiera, mocito,


este trato se cerraba.


Pero yo ya no soy yo,


ni mi casa es ya mi casa.





Compadre, quiero morir


decentemente en mi cama.


De acero, si puede ser,


con las sábanas de holanda.


¿ No veis la herida que tengo


desde el pecho a la garganta?





Trescientas rosas morenas


lleva tu pechera blanca.


Tu sangre rezuma y huele


alrededor de tu faja.


Pero yo ya no soy yo.


Ni mi casa es ya mi casa.





Dejadme subir al menos


hasta las altas barandas,


¡Dejadme subir!, dejadme


hasta las altas barandas.


Barandales de la luna


por donde retumba el agua.





Ya suben los dos compadres


hacia las altas barandas.


Dejando un rastro de sangre.


Dejando un rastro de lágrimas.


Temblaban en los tejados


farolillos de hojalata.


Mil panderos de cristal,


herían la madrugada.





Verde que te quiero verde,


verde viento, verdes ramas.


Los dos compadres subieron.


El largo viento dejaba


en la boca un raro gusto


de hiel, de menta y de albahaca.





¡Compadre! ¿Dónde está, dime?


¿Dónde está tu niña amarga?





¡Cuántas veces te esperó!


¡Cuántas veces te esperara,


cara fresca, negro pelo,


en esta verde baranda!





Sobre el rostro del aljibe,


se mecía la gitana.


Verde carne, pelo verde,


con ojos de fría plata.


Un carámbano de luna


la sostiene sobre el agua.


La noche se puso íntima


como una pequeña plaza.


Guardias civiles borrachos


en la puerta golpeaban.





Verde que te quiero verde.


Verde viento. Verdes ramas.


El barco sobre la mar.


Y el caballo en la montaña.

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